viernes, 19 de noviembre de 2010

MOHELI

Hasta los huevos de nuestro mundo occidental, el sistema capitalista consumista, de la crisis y otras patranyas, de las obligaciones y las imposiciones, del orden pre establecido, y que mas se yo que puede uno estar hasta los mismisimos? Quereis bajaros de este planeta que no para de girar? Pues os desvelo el secreto mejor guardado, un lugar donde el tiempo se detuvo hace siglos, donde la naturaleza es exhuberante y su gente inofensiva, reposada en un jardin de frutos eternos, aguas mansas y cristalinas, donde los animales prehistoricos sobreviven aun en este presente detenido, murcielagos de dos metros de largo, peces con patas y pulmones que verifican el eslabon perdido de Darwin, donde las tortugas vienen a deshovar y las ballenas educan a sus crias, donde existen colores que nuestra retina desconoce : MOHELI .
Tras pagar el visado, me dirigi hacia la ciudad, un pueblo con dos calles, acompanyado de un joven que se hace llamar « cientifico ». Las casas son los bangas tradicionales de las tribus batu de africa, casas de bambu con barro y techos de palmeras trenzadas. 15 min mas tarde me encuentro casualmente con Stephane, un periodista y amigo de Mayotte que ha pasado su vida en Paris y ha decidido volver a sus origenes para ayudar a los suyos construyendo una pension ecologista, La pension des Abou. Me invita a quedarme con su familia y al dia siguiente me presta una bici para hacer un viaje de tres dias en bici por la isla.
Moheli saca de mi un instinto salvaje que me hace pedalear las montanyas con una energia jamas poseida hasta entonces, cruzo poblados, los ninyos corren detras de mi para saludar al muzungu, la gente me saluda y yo a ellos, la cordialidad es extema, « je-je », « njema », mientras paso veloz con la bici en el pais del tiempo detenido. La humedad, el calor y el sol son los unicos enemigos que me hacen frenar un poco mi sobreexcitacion por semejante maravilla : mariposas de todos los colores y tamanyos sobrevuelan barrancos y ladera. Las bacas se asustan al verme pasar pues no reconocen la figura de un hombre en bici con una gran mochila en la espalda. Me paro a fotografiar para intentar engullir en la camara todo esa maravilla de paisajes. El olor perfumado del ylang ylang, utilizado en las mejores perfumerias, el olor a papaya, a azahar, a naranja, a mango, el olor a clavo y a canela, a la tierra humeda de los elechos… y llego Itsamia, a una playa de arena blanca, de olas agitadas en un poblado de barro frente al mar. Los nynios juegan con los cangrejos y los pescadores descansan a la sombra. Pido agua en la boutique pero me dicen que no les queda, que llegara por la tarde, entonces me doy cuenta de lo alejado que esta el poblado y las aridas condiciones de vida. Voy con un guia al lago que parece que este en suiza de lo verde que es. Por la noche veo las tortugas deshovar y las pequenyas luchar para llegar al mar, cientos de cangrejos se comen a las recien nacidas, la supervivencia es cruel pero es un espectaculo maravilloso.
Corte de luz en el poblado, las velas crean un ambiente tan armonioso que parece que este en un portal de Belen gigante .
Al dia siguiente me dirigo al parque marino, al sur de la isla. Los nativos, cargados con cajas en la cabeza ven a un blanco flipado como yo, la cara roja y chopado de sudor de arriba a bajo, con la lengua afuera. Me detengo a hablar con ellos en una cuesta interminable.
- Deportista ? Me preguntan ironicamente y se descojonan en mi cara. Yo tambien me rio y empezamos a reirnos tan contagiosamente que renfuerza el absurdo de la situacion, desencadenando un absurdo aun mayor, resonando en todos los absurdos posibles, rebotando con los ecos de otros absurdos emitidos en las frecuencias absurdas, y la situacion se vuelve tan sureal y absurda que la risa llega casi al llanto y al dolor de barriga, como si de alguna forma no nos riesemos de la situacion absurda como tal sino del absurdo de la vida.
Y lleguè a Nimachoua, el parque natural marino de Moheli, con siete islotes de arenas blancas y aguas turquesas…
Atravieso la isla a machete subiendo las cumbres. Llegado un momento el camino se acaba y tenemos que hacerlo nosotros. Con el saco a la espalda hago casi escalada libre entre la espesura de la selva y entonces miro hacia abajo y veo los 700 metros de altura que hemos dejado atras y el cansancio es tal que me cuestiono si podré seguir, me pregunto el porque de tal idea, la humedad es brutal y los mosquitos me devoran las piernas. Pienso en la malaria, pienso en llegar a la cima, entonces veo el paisaje sublime, los sonidos de la selva y continuo, agarrandome a las rocas, a las raices . En la selva, las lianas enredadas, setas gigantes y diminutas, amarillas, rojas rosadas, en forma de huevo o de nenufa; las orquideas, la vainilla, cascadas y rios. Me pregunto si Frodo esta cerca. Pasado lo peor, con la satisfaccion de un gran triunfo comienza el descenso hacia el pueblo.
Por la noche fiesta en el pueblo, salir sin beber alcohol y los negros que tienen la danza en las venas.
Al Jazarat al Comor. « Las islas de la luna », este fue el nombre que los arabes dieron a este archipielago volcanico plagado de crateres hoy aun activos . Si bien en Anjouan el caracter es bastante mas arabe, en Moheli son totalmente africanos , derretidos por el calor y la pasividad. En Moheli no tienen el sentido del comercio. Para poneros un ejemplo, la avioneta tuvo unas cuatro o cinco horas de retraso y los seis turistas que estabamos alli no teniamos nada para comer o beber, a nadie se le ocurrio pasar para vendernos algo. El aeropuerto es una pequenya casa con una pista. En Moheli no hay bancos, el dinero se deposita y se recoge en una avioneta y se deja en el ayuntamiento.
Durante mi viaje a las Comoros he tenido dos propuestas de matrimonio. Funciona de la siguiente manera :
- Hola, que tal ?
- Muy bien
- Esta usted casado ?
- Quiere usted casarse ? Conmigo ?
Una me pregunto tambien si queria conocer a su familia.

Ah, si las cosas fuesen tan simples…

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